lunes, 24 de diciembre de 2012

PARQUE ITCHIMBIA





El Parque ocupa la cima y las laderas de la loma del Itchimbía, está rodeado de barrios tradicionales como el Dorado, La Tola y San Blas. Es un mirador único que ofrece una vista de 360º de Quito y su entorno. Si el cielo está despejado se puede divisar la ciudad, los valles de Turubamba y de Tumbaco, el Pichincha, el Cayambe, el Antisana, el Atacazo, El corazón y los Illinizas.

El Itchimbía es un lugar histórico: loma consagrada al sol y la luna por nuestros ancestros; observatorio y centro de la sabiduría andina; conocida como “La Botica de Quito”, por sus hierbas medicinales.

La loma del Itchimbía es una extensa área verde, rica en especies nativas, la misma que por su ubicación y topografía es un espectacular mirador.

Con una superficie de 54 hectáreas, de las cuales más de treinta están compuestas de chaparro, se       encuentran aproximadamente 400 variedades de flores, 40 especies de aves y una hectárea de humedal, riquezas que la convierten en un lugar interesante.

El Itchimbía, conjuntamente con las colinas de El Panecillo, El Placer y San Juan, delimitaban el espacio de la ciudad española de San Francisco de Quito, fundada en 1534.

Los conquistadores la utilizaron como uno de sus campos de cacería y entrenamiento lúdico militar, quizás contrarrestando la función sagrada que, tanto los Incas como sus predecesores Quitu-Caras, habían dado a esta alargada colina, por la cual el Dios Sol se asomaba resplandeciente cada día.

En la segunda década del siglo pasado, el eminente arqueólogo Jacinto Jijón y Caamaño realizó algunos sondeos arqueológicos en el Itchimbía. En sus informes de campo describió el hallazgo de material cultural de filiación preincaica, destacándose la presencia de una tumba con un rico ajuar funerario: una vasija trípode de amplio gollete con ocho narigueras, dos de las cuales son de oro y las otras de cobre, un par de aretes en una fina lámina de oro y un collar, además de los cascabeles de cobre. Debido a las características y riqueza de este ajuar, Jijón y Caamaño determinó que se trataba de una ocupación anterior a la conquista Inca y que los objetos encontrados son del tipo antioqueño o quimbaya.

Aquellos datos tempranos conviene añadir los vestigios descubiertos por el FONSAL en 1997, año en el que se comienza a pensar en un proyecto que haga del Itchimbía uno de los parques y centros culturales más importantes de la ciudad de Quito. Concretamente en el lado noreste de la cima se localizó una ofrenda a 72 cm b/s, conformada por una olla trípode incompleta con restos de hollín en el exterior, una olla globular asimétrica con base anular y dos compoteras, una de las cuales aparece decorada con apliques a manera de botones. Por sus rasgos característicos esta ofrenda funeraria (1250 d.C.-1534 d.C.) es interpretada como material del período de Integración; concordando así con el diagnóstico anterior.

Esta hermosa elevación fue, un espacio sagrado de especial relevancia para nuestros antecesores, tanto por la importancia simbólica que implicaba poder adorar y contemplar desde su cumbre al astro rey, en el recorrido que realiza hasta su ocultamiento, como por la ubicación estratégica sobre un terreno absolutamente irregular.

El Centro Cultural Itchimbía, inaugurado el 31 de julio de 2004, cuenta con instalaciones de última tecnología, luces robóticas, circuito cerrado de televisión, visor panorámico, temperatura controlada al interior, y una acústica que garantiza la calidad del sonido. Además, parqueaderos, camineras, áreas verdes, explanadas para mega eventos, salas de conferencias, restaurante y un salón principal de 1.300 metros cuadrados, que lo hicieron digno de ser la sede de la exposición arqueológica más importante que se haya registrado en la región andina: EL SEÑOR DE SIPÁN, ESPLENDOR Y MISTERIO.



Referencias:
Centro Cultural Itchimbia (s.f.) “Itchimbia Centro Cultural”. Recuperado el 24 de diciembre del 2012 desde: http://www.centrocultural-quito.com/itchimbia.php?c=96


PARQUE METROPOLITANO



El Parque Metropolitano, como espacio privilegiado para la observación de hermosos paisajes panorámicos, ofrece desde uno de sus costados una magnífica vista de Quito, mientras desde otros se aprecia la grandeza de la Avenida de los Volcanes y del valle de Tumbaco.

Ubicado en la Loma de Guangüiltagua, en el margen nororiental de la ciudad de Quito, el Parque Metropolitano constituye un parque-bosque respetuoso de la naturaleza y de control sostenible gracias a la responsable intervención ciudadana.

El parque se encuentra ubicado a 2.890 metros sobre el nivel del mar y registra una temperatura 
media de 11 grados centígrados, cercado por las calles Guanguiltagua, Arroyo Delgado y Analuisa. Con una extensión de 557 hectáreas, es el principal pulmón de la ciudad de Quito.

Rodeado de árboles y obras de arte gigantescas, los visitantes pueden disfrutar de la naturaleza respirando aire puro a pocos metros de la ciudad.

En la quebrada de Ashintaco, ubicada en el sector nororiental del parque, puede observar las más de diez especies de colibríes y setenta especies de aves que anidan en el lugar, algunas de los cuales están es peligro de extinción.

El parque ofrece un camino de piedra para los amantes del ciclismo de montaña.

Cada fin de semana llegan al parque, aproximadamente, entre 20 y 30 mil personas. Usted dispone, además, de los siguientes servicios:
Guardianía privada, visitas guiadas, servicio de limpieza, áreas infantiles. Sitios para realizar camping. Canchas de fútbol, volleyball y baloncesto.

Este parque es el principal pulmón de nuestra ciudad y constituye uno de los espacios públicos más importantes de Quito. Es una reserva ecológica natural ubicada en el margen nororiental a pocos metros de la ciudad y que comprende 574 hectáreas. Hasta él llegan alrededor de 20 y 30 mil personas cada fin de semana para acampar, hacer pic nic, realizar diversos deportes como ciclismo de montaña, artes marciales, yoga, capoeira, o simplemente disfrutar de recorridos por este excepcional mirador natural.

Es una reserva ecológica que, a través de varias actividades, busca promover el conocimiento de la fauna y la flora originarias de nuestra ciudad, entre ellas más de diez especies de colibríes y setenta especies de aves que anidan en el lugar -algunas de las cuales están en peligro de extinción-, por lo que es considerado como una alternativa que busca construir valores e identidad en los ciudadanos.

Una de las actividades que promueve el parque son las visitas guiadas para observación de aves, cuyo principal objetivo es conocer las diferentes especies que habitan este lugar, tales como: colibríes, tangaras, mirlos, picaflores, así como la gran variedad de plantas, permitiendo que los visitantes puedan tener contacto directo con la naturaleza para que aprendan sobre ella, la cuiden, la respeten y la valoren.

Atractivos
• Rodeado de árboles y obras de arte gigantescas, los visitantes pueden disfrutar de la naturaleza respirando aire puro a pocos metros de la ciudad.

• Quebrada de Ashintaco, ubicada en el sector nororiental del parque, donde puede observar más de 10 especies de colibríes y 60 especies de aves que anidan en el lugar, algunas de los cuales están es peligro de extinción.

• Camino de Piedra: El parque ofrece un camino de piedra para los amantes del ciclismo de montaña.

Servicios
El parque dispone, de los siguientes servicios: Guardianía privada, visitas guiadas, servicio de limpieza, áreas infantiles. Sitios para realizar camping. Canchas de fútbol, volleyball y baloncesto.



Referencias:
Quito (s.f.) “Parque Metropolitano Guangüiltagua”. Recuperado el 24 de diciembre del 2012 desde: http://www.quito.com.ec/index.php/explora-y-disfruta/miradores/parque-metropolitano
Viajandox (2012) “Parque Metropolitano”. Recuperado el 24 de diciembre del 2012 desde: http://www.viajandox.com/pichincha/parque-metropolitano-quito.htm

CONVENTO EL BUEN PASTOR




Cuando Hortensia Haro tomó los hábitos en el convento del Buen Pastor, a sus 23 años, nuevamente fue bautizada con el nombre de madre María de Santa Rosa. “Antes era la Madre Superiora quien nos ponía el nombre, el día en que recibíamos los votos”. Se lo hacía por las inclinaciones y personalidad de cada novicia.

Recuerda que lo recibió con mucha alegría, pues el nombre coincidía con el de su madre, Rosa Avilés. Desde entonces, no ha dejado de vestir el velo azul marino y el hábito blanco, que luego fue cambiado por uno de color crema. A sus 98 años, la madre Rosita comparte su experiencia y sus consejos con otras siete religiosas que aún habitan en el convento del Buen Pastor, en el sector de La Recoleta.

Ha dedicado gran parte de su vida a la educación y a las obras sociales. Aprovecha el sol que ingresa por las ventanas del convento para entibiar sus manos. Tiene el pelo cano, la tez blanca y un ánimo inquebrantable.

En un terreno de 2 hectáreas, junto al Ministerio de Defensa, se distribuyen el convento, un museo, una capilla, una casa de acogida, la Escuela Ángel de la Guarda y varios locales comerciales que arriendan para la manutención del monasterio y para costear las obras sociales.

Las primeras religiosas llegaron desde Canadá en 1871. Fue por pedido del entonces presidente Gabriel García Moreno. El propósito era crear un centro de acogida para la reeducación, rehabilitación y guía espiritual de mujeres abandonadas, huérfanas o que habían incurrido en actos de delincuencia y prostitución. “Ora es labora”, es una de las frases que inspira y motiva la labor social de esta congregación.

Entonces, las religiosas se instalaron en la Recoleta de Nuestra Señora de la Peña de Francia. Este fue un convento dominico, fundado por Fray Pedro Bedón, en 1600. Por un camino de piedra, la hermana Liz Reascos, guía y administradora del museo, desciende hacia la parte trasera del convento donde se conserva un antiguo mural, dentro una ermita. En este sitio encontraron siete cuevas que eran utilizadas por los frailes dominicos para los retiros espirituales y sus penitencias.

El Buen Pastor, representado en una escultura de piedra traída desde Latacunga, se impone en el patio central del convento. Alrededor se levantan tres pisos con muros que bordean los 80 cm de ancho. En la segunda planta, entre los corredores de madera están las habitaciones con una cama, un armario, una cómoda y un reclinatorio que revelan la sencillez con la que viven las religiosas.

La hermana Liz explica que el recorrido por el convento, la capilla y el museo dura alrededor de 45 minutos. El arte religioso se distribuye en varias habitaciones de los tres pisos. La capilla, de una sola nave y tres cúpulas sobre el altar mayor, recibe cada domingo, a las 08:00, a los feligreses y visitantes que acuden a oír misa.

En las paredes y techos se destacan los detalles florales pintados por las primeras religiosas que llegaron a Quito. Enredaderas y flores de lis enmarcan ángeles y santos que custodian el colonial templo. El frío y la humedad están acelerando el proceso de deterioro de los murales de este conjunto patrimonial. En dos pequeños nichos a ambos lados del altar se teje otra de las sorprendentes historias de este convento. “El corazón de Gabriel García Moreno y de monseñor José Ignacio Checa y Barba se guardaban en esos nichos”, comenta la hermana Liz.

Explica que actualmente hay unas 20 religiosas del Buen Pastor que mantienen una vida de retiro en Pomasqui y El Quinche.

De sus hábiles manos salen las bandas presidenciales que por años han lucido los jefes de Estado ecuatorianos.




Referencias:
Diario El Comercio (26/04/12) “Convento El Buen Pastor”. Recuperado el 24 de diciembre del 2012 desde: http://www.elcomercio.com/quito/Convento-Buen-Pastor_3_689361070.html